Literarias/ relatos góticos

Con motivo de la salida didáctica al Teatro Solís y alrededores de la Ciudad Vieja, los estudiantes de segundo año tejieron sus propias leyendas al mejor estilo gótico.



Almas en el teatro


Esta historia, que sucede por las noches dentro del teatro Solís luego de su apertura en el año 2004, puede llegar a poner los pelos de punta a la gente más sensible.

Cuenta el señor Juan que, después de terminada la función, cuando se marchaban todos y el teatro quedaba en silencio, comenzaba su jornada.
Limpiaba los pisos con actitud vigilante; mientras barría miraba a su alrededor como un siervo nervioso acechado por un depredador.
Es que aquel teatro tenía una fama terrible, en aquel edificio habían muerto personas, principalmente en el incendio que había sufrido en el año 1998, pero también sus paredes fueron testigos de suicidios y muertes extrañas. Entre la gente que allí trabajaba se contaban historias de fantasmas, de objetos que se movían o fugaces apariciones.

Él estaba solo, la acústica del lugar le parecía aterradora, cualquier ruido por mínimo que fuera era amplificado. Algunas veces le pareció que el eco se distorsionaba, y mezcladas con el sonido se oían voces.
Mientras barría el escenario escuchó una risa alocada y estridente que como un viento o remolino recorrió los palcos, levantando papeles a su paso. La endemoniada risa atravesó el lugar estrellando en las paredes, todo el teatro parecía temblar.
La carcajada abrió una puerta y se perdió por un pasillo, llevando consigo un montón de papeles y envolturas de caramelos que volaban en círculos.

Cuando Juan salió a la calle la carcajada aún resonaba dentro del edificio.
Juan se lamentó por tener que renunciar a aquel trabajo.

Unos días después, en su nuevo trabajo, su compañero llamado Jaime le contó lo ocurrido días atrás en el teatro Solís: estaba sentado en la primera fila del teatro y sin darse cuenta era observado.
Concluida la obra, iba rumbo a la salida y, al mirar a un costado,vio a una muchacha que le sonreía. La muchacha era tan hermosa que le hizo dudar si la sonrisa era para él. Primero miró si detrás había alguien, después devolvió la sonrisa.
La muchacha tenía puesto un vestido antiguo con un revelador escote. Era lógico suponer que era una actriz y que aún llevaba el vestuario de una obra anterior. La muchacha se le acercó y saludó:
-¡Hola! Veo que te gusta el teatro.
-¡Hola! Sí, me gusta muchísimo, soy un fanático y todo... -dijo Jaime. En realidad era la primera vez que veía una obra y le habían regalado la entrada.
-¿Te gustaría ver el teatro por dentro?
-Claro. ¡Me encantaría! - respondió Jaime.

El teatro ya estaba casi vacío. Tras entrar a un corredor se pararon frente a un camerino.
-Este es mi camerino -dijo la muchacha – Si me esperas un rato te muestro lo demás.
-Bueno, te espero aquí mismo.
-No demoro.
-No tengo apuro.

La muchacha, tras una nueva sonrisa, cerró la puerta del camerino.
Qué hermosa dama”, pensaba Jaime mientras esperaba ansiosamente frente a la puerta. Al prestar más atención al corredor (antes su vista estaba en la belleza de la joven) le pareció que el lugar era bastante tenebroso, y al ver que alguien se le acercaba por el corredor sufrió una fuerte impresión debido a su apariencia, y retrocedió dos pasos.
Aparentemente era un hombre, pero su cabeza era muy pequeña. Al acercarse más, Jaime vio que era la cabeza de un muñeco, de esos que usaban los ventrílocuos.
El hombre cabeza de muñeco pasó frente a él y saludó con la mano, mirándolo, después dobló rumbo a la pared y la atravesó, desapareciendo.

Si su corazón hubiera latido un poco más fuerte seguramente hubiera muerto de terror, como le ha sucedido a muchos, pero la juventud de Jaime lo salvó.
Estaba recuperando su ritmo cardíaco cuando una voz le hizo dar un salto.

-¿Qué estás haciendo ahí?
Al voltear vio que era un hombre normal.
-Estoy esperando a una actriz, está en el camerino –le contestó Jaime.
-Esta parte del teatro no se usa –dijo el hombre y procedió a abrir la puerta para demostrarlo.

Efectivamente, el camerino estaba vacío, lleno de telas de araña y polvo.
Jaime y Juan quedaron impresionados por lo sucedido y tomaron la decisión de hablarlo con las autoridades, sabiendo que podían no creerles.
Éstos les creyeron por lo que vivieron ellos también cuando recorrieron todo el edificio con el arquitecto encargado de reciclar el teatro (luego del incendio).

***
En las paredes habían sendas grietas que recorrían todo su alto hasta la unión con el techo, donde se ven rostros con diferentes expresiones.
Observábamos uno de esos rostros cuando escuchamos que alguien corría por un corredor cercano.
No alcanzamos a ver a nadie, mas -como el teatro es muy extenso- supusimos que estaría escondido.
Como el edificio es de la ciudad, tras una llamada del arquitecto llegaron tres policías, mientras seguimos evaluando lo dañado ellos recorrieron el lugar.

Seguíamos en lo nuestro observando los deterioros del edificio. En determinado momento vi que el arquitecto palidecía de repente. Miraba fijo hacia una puerta, al voltear hacia el lugar vi que una tela blanca terminaba de cruzar frente a dicha puerta. Di una zancada y creí que iba a sorprender a alguien en el corredor, pero no vi a nadie. Cuando volví a la habitación el arquitecto se secaba el sudor con un pañuelo.
Al preguntarle que vio, me sorprendió la respuesta.
-Un fantasma -me dijo.

Salíamos del teatro cuando nos cruzamos con los policías. El de más cargo no se atrevió a explicar lo que habían visto y oído, así que hablaba de “ruidos raros” y cosas que le “pareció” ver. Uno de ellos nos dijo sin rodeos:
-Este teatro esta embrujado, no hay otra explicación.

En ese instante escuchamos unos sonidos aterradores, los cuales parecían venir de todas partes para estrellarse en los corredores, en los palcos y en los oscuros escenarios. Parecía que todo un grupo de personas lanzaba alaridos y carcajadas, también se escuchaban sonidos menos identificables, similares al resoplido de un caballo.
No nos quedamos ni un instante más, salimos disparados de allí...

Teníamos que encontrar una solución, sabiendo que lo que estaba pasando era algo sobrenatural.
Llamamos a una persona que podía comunicarse con el más allá, ella nos dijo que las que habitaban ese edificio eran almas buenas, que supieron alegrar en su momento al público y lo único que querían era quedarse allí para cada noche hacer su propia obra de teatro.
De esta manera decidimos reconstruir el teatro y sabemos que siempre estará cuidado por las almas teatrales.

Kevin Chiappa
2° año T. Mat.





El misterio del Solís

En un día nublado y oscuro,los alumnos del liceo Nº29 se iban a una salida didáctica al teatro Solís.
Para ir tenían que separarse en grupos de 10 alumnos con un docente a cargo.
Al llegar,cada grupo tenía un guía que hablaba sobre la historia del teatro. Les contó que su nombre es un honor al navegante Juan Díaz de Solís y que la construcción de la obra se comenzó en el año 1842. Fue inaugurado el 25 de agosto de 1856 con la ópera “Ernani”, de Verdi.
Al entrar les dijeron que, si bien algunos días de la semana no hay funciones, todos los días se pueden realizar visitas guiadas para recorrer sus hermosas instalaciones y disfrutar de los objetos históricos que aun se conservan dentro del teatro. Luego fueron a una de las salas,comentaron que esta tiene una forma levemente elíptica y tiene las características de los teatros líricos,con una platea y cuatro anillos: tertulia baja, tertulia alta,cazuela y paraíso. El acceso se realiza por los vestíbulos ambulatorios de cada nivel.
También les hicieron mirar para arriba,al mirar vieron que había rostros o ”caretas” pintadas en el techo de la sala y que cada una de ellas interpretaba una expresión.
A una adolescente le llamó mucho la atención que el techo tenga letras y números romanos, entonces se quedó mirando.
Mientras la adolescente estaba mirando el techo, los guías llevaron a todos los alumnos a la biblioteca, donde hay cuadros,uno de de los cuales es una foto de la sala principal en el día de la inauguración del teatro.
Al finalizar el recorrido salieron y los docentes contaron a los alumnos para ver si estaban todos. Al contarlos se dieron cuenta que faltaba alguien. Todos se miraron y se pusieron a pensar quién faltaba. Era Soledad, una niña muy inquieta y despistada.
Dos de los docentes entraron con uno de los guías, hicieron el mismo recorrido que hicieran con los alumnos sin detenerse mucho, ya que el objetivo era encontrar a Soledad. Fueron por la sala principal, de ahí a la biblioteca, se fijaron en los ascensores, baños y escaleras, pero nada, ninguna señal de la adolescente. Luego de buscar y buscar encontraron a Soledad. La encontraron en uno de los asientos de la sala principal, estaba en lo más alto asustada. Le preguntaron qué hacía ahí,a lo que ella contestó que se había quedado mirando el techo de la sala y que le llamó la atención que las letras y los números se movían y formaban frases de canciones. Como no podía creerlo, decidió subir hasta lo más alto de la sala. Los docentes no lo podían creer, miraban para arriba y nada pasaba.
El guía le dijo en secreto a Soledad que lo que ella había visto era verdad, que en sus 15 años de trabajo a él le había pasado lo mismo y lo mantuvo en secreto. Resulta que uno de los señores que ayudó a construir esa sala era fanático de la ópera y un día, arreglando unos números que habían quedado mal, se resbaló del andamio y murió. Desde ese entonces en la sala se mueven las letras formando canciones de ópera.

Micaela Barboza (2°1)



LOS SUEÑOS

Sofía se encontraba frente a esa gran multitud de gente que parecía picada por pulgas, las personas caminaban de un lado a otro buscando la sala donde se presentaba la obra por la cual habían abonado. Sofía se encontraba en el gran teatro Solís, esa noche asistiría a una función titulada “El Baúl de los Sueños”, ya que varios amigos y amigas se la habían recomendado.
Cuando al fin lograron entrar y acomodarse todos en los brillantes y lustrosos asientos, comenzó la obra.

Sofía era una adolescente de 17 años, buena, alegre, llena de vida y estaba rodeada de muy buenos amigos. Vivía con su mama y su hermanito más pequeño, llamado Manuel.

No sabemos cuántos minutos (o quizá segundos) pasaron antes que Sofía comenzara a admirar la gran estructura de la sala donde se encontraba, la sala principal. Nunca se había dado cuenta de la cantidad de brillo que poseía, la cantidad de vida que tenía el techo, nada más ni nada menos que el techo. Mientras observaba lo interesante fue cerrando los ojos poco a poco hasta dormirse. En eso estaba cuando una especie de remolino surgió en la imaginación de la adolescente, dejando una imagen un tanto borrosa en la que se veía a sí misma bailando, cantando, actuando para su público que, feliz, le aplaudía. Se veía cumpliendo su sueño, parecía perdida en otra dimensión, no lo podía creer: estaba protagonizando una obra y nada más ni nada menos que en el teatro mas prestigioso del país. De pronto aquellas mascaras dibujadas en el techo comenzaron a cobrar vida, a interactuar con ella, y sin darse cuenta todo volaba, hasta ella que quedó totalmente suspendida en el aire. A lo lejos se podía notar la silueta de una mujer, quien se dirigía al escenario con pasos muy lentos, hasta que al fin desapareció transformándose en la misma Mariana Espósito, quien vestía una musculosa blanca y gris cortita, unos jeans color azul y, por último, unos zapatos con plataformas marrones. En su cara llevaba una gran sonrisa dirigida a Sofía y en su mano derecha un micrófono lleno de lentejuelas. La joven la miró y los ojos se le iluminaron, quedó unos instantes hipnotizada, parecía detenida en el tiempo .
Mariana Espósito era su ídola, una actriz, cantante y bailarina que integró la banda Teen Angels. Sofía la admiraba profundamente y compartir el escenario con ella era algo sorprendente. La artista subió al escenario, saludó a su compañera Sofía y la obra transcurrió con total naturalidad, como si hubieran ensayado previamente al espectáculo. Cantaron, bailaron, se divirtieron y lograron transmitir al público la magia que sólo pueden demostrar las verdaderas artistas. Al terminar el espectáculo cada una se fue a su camarín, no sin antes acordar un encuentro, despedirse con un fuerte abrazo y un gran agradecimiento de parte de Sofía .
Unos aplausos sonaron muy cerca de la joven, que muy pronto se dio cuenta de la triste verdad: no tardó en entender que todo había sido un magnífico y fabuloso sueño y, al darse cuenta de que la obra había finalizado, agarró sus cosas y se fue, mientras pensaba en el gran mensaje que lo sucedido le dejó: “Soñar te abre la mente y el corazón para atreverte a luchar por lo que anhelas”.




TANIA KRUPADIELNIK (2º1)






Ficción en la Realidad

Atrapada en el teatro Solís, sin salida, sola, con frío... Bueno, todo esto comenzó hoy en la tarde. Era un día de ocio para mí y decidí ir al teatro Solís a ver qué había de bueno. Lo raro fue que en un día como este no había nadie. Hoy iría a tocar un coro de musica clásica, una de las tantas que a mi me gustan, ¿acaso a nadie le gusta?, fue mi gran pregunta. Pero, en fin, a mi me gusta y yo sí estaba ahí, sola.



El recital era a las 18:00, ya era la hora y ni rastro alguno del coro.
Al ver que estaba sola, que ni siquiera habían ido los coristas, me empecé a preocupar, más que nada empecé a ponerme nerviosa.
Ya llegando a las 18:56 decidí irme, no iba a quedarme más rato, ya hasta miedo me estaba dando.
Camino hacia la puerta estaba temblando de miedo, las preguntas en mi cabeza eran cada vez más: ¿Por qué no hay nadie acá?, ¿por qué no están ni los que trabajan?,¿cómo me dejaron sola acá adentro?. Mas miedo me dio ver que la puerta estaba cerrada. En ese momento creí que me iba a dar algo, buscaba puertas, ventanas, lo que fuera para salir, pero todo estaba cerrado.
Fui a diferentes partes del teatro, muerta de miedo, para encontrar una salida. Al llegar al único lugar que me quedaba, porque era muy grande, me rendí, me instalé en una esquina y quise olvidar que estaba ahí, sola, en lo oscuro.
Recuerdo haber estado 20 minutos con los ojos cerrados hasta que se me ocurrió prender la linterna de mi celular. Una vez que la prendí, miré hacia todos lados, y hasta creí ver sombras y oír ruidos. Trataba de pensar que eso era sólo mi imaginación, pero era casi imposible, todo lo que veía, sentía, escuchaba, era muy real.
Obtuve valor y decidí caminar hacia la puerta para salir de allí adentro. Mientras caminaba crecía en mi el susto de que apareciera cualquiera cosa frente de mí.
Al llegar a la puerta abrí rápidamente y la cerré enseguida. Las luces de la sala en la que me hallaba estaban prendidas y el miedo fue menos, pero aún seguía sola. Miré el reloj, ya eran las 23:10. No podía estar más allí adentro y de alguna forma tenía que salir, pero nada, nada abierto, todo seguía igual. La angustia que tenía era tan grande que decidí llamar a la Policía para que me abriera la puerta. En ese momento me di cuenta que era una persona muy tonta,¿por qué no abré llamado antes?, pero no sirvió de nada. No tenía señal. Después de un momento de tranquilidad me puse peor de lo que ya estaba.
Me senté en un banco y decidí dormir allí, esperar que al día siguiente me vinieran a abrir la puerta.
Al despertar me fije rápidamente la hora. El teatro abre siempre a las 8:00 y eran las 10:23. Corrí hacia la puerta principal y estaba cerrada. En ese momento dije: “Ya está, tengo que hacer algo de alguna forma”. Romper un vidrio no era una buena opción, busqué en la entrada principal si había llaves y al encontrar unas me puse feliz. Cuando las fui a agarrar quedé paralizada, no las había ni tocado y se habían caído al piso. Me agaché, las agarré, fui hacia la puerta y antes de poner las llave escuché voces. Eso fue peor que lo de las llaves. ¿Cómo podía haber voces si yo estaba sola allí adentro?
Miré hacia atrás lentamente y, al ver a una mujer parada mirándome, pegué un grito que retumbó en todo el teatro. No podía ni abrir la puerta de tanto que estaba temblando, miré hacia atrás de nuevo y la mujer que había visto allí ya no estaba, eso me dio alivio pero, a la vez, susto.
Al abrir la puerta salí rápidamente, cerré con llave y vi en el vidrio de la puerta la cara de la mujer frente a mí, fue un asusto tremendo ya que esa mujer parecía ser un fantasma o algo así.
Al llegar a mi casa, lo primero que hice fue escribir en una libreta lo que me había pasado esa noche, y dibujé a la mujer ya que me pareció algo muy raro. Poniéndome a pensar, me tranquilice al opinar que eso que vi quizás sí era una mujer, pero disfrazada para actuar. Terminé de escribir, cerré la libreta y me quedé pensando en todo lo que me había pasado. Hasta ahora me pongo a pensar lo extraño que fue que al entrar no hubiera nadie, ¡ni los coristas habían llegado! Mis pensamientos me habían llevado a una única conclusión: el Teatro Solís está embrujado. Con todo lo que sucedió no hay otra explicación.
Desde aquel momento nunca más fui al teatro, lo ocurrido quedó en mi mente. Una anécdota que era pura ficción en la realidad.

Pamela Pírez
2do. Mat.






Producción supervisada por el docente de Idioma Español, Prof. Alejandro Leis y edición a cargo de la docente de Literarura, Prof. Adscr. Elba López












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